El Puig de Santa Maria - Ruta de Sagunto -

Monasterio de Santa María

Ciudad ligada históricamente a la conquista de València.

El Puig de Santa Maria tiene una especial relevancia para la historia valenciana, primero por ser el lugar donde Jaume I asentó sus tropas en espera del momento definitivo para asaltar Valencia y después por el carácter mítico que la tradición oral ha otorgado a la resistencia cristiana ante los musulmanes en la batalla del Puig.

Aunque sus orígenes se remontan a la sociedad ibérica, sólo se conserva de la época de los romanos una pilastra funeraria en el Monasterio de Santa María y es en época musulmana donde ya se habla del castillo de Enesa. El Cid lo conquistó a finales del siglo XI y lo rodeó de una villa amurallada. Posteriormente pasó de nuevo a manos musulmanas, siendo clave en la protección del acceso por el norte a la ciudad de Valencia.

Tras la conquista de Mallorca en 1229, Jaume I planificó la conquista de Valencia en la reunión mantenida en Alcañiz con Blasco de Alagón y el maestre del Hospital Hugo de Fullalquer.

Eligieron el castillo de Enesa, también denominado de Cebolla, hoy El Puig de Santa María, como el punto estratégicamente perfecto desde el que conseguir la conquista de la Valencia islámica. Desde este castillo se controlaba el paso norte a la ciudad, se podían traer vituallas por mar y se dominaban todas las poblaciones musulmanas o alquerías situadas entre El Puig y la capital del Turia.

Por todo este potencial estratégico el rey musulmán Zayyan decidió destruir esta fortaleza antes de la llegada de Jaume I, con el fin de desbaratar los planes del rey. No obstante, el monarca mandó a sus huestes a El Puig a finales de abril de 1237, para diseñar la conquista y reconstruir el castillo.

En el mes de julio llegó Bernat Guillén de Entenza, tío de Jaume I, para comandar toda la tropa cristiana en ausencia del rey. En este período de tiempo, la tradición oral afirma que San Pedro Nolasco, cofundador de la orden de la Merced junto a Jaume I, descubrió un retablo de la Virgen de El Puig escondido bajo una campana en el mismo lugar en donde hoy se halla el altar de la iglesia medieval.

El 20 de agosto de 1237 el castillo fue defendido por las tropas cristianas en la célebre batalla de El Puig, donde murió como un héroe Bernat Guillén de Entenza. Esta mítica batalla  hizo patente la debilidad del ejército del rey Zayyan y, por tanto, abrió las puertas a la conquista final de Valencia.

Tras enterarse de la muerte de su tío, a finales de abril de 1238, Jaume I decide asediar Valencia. El mismo día de la salida, el monarca junto a la reina, las órdenes religiosas presentes, los nobles y sus soldados, se encomiendan a la virgen de El Puig para que les guíe y proteja en la toma final de la ciudad del Turia, que se materializó con la entrada triunfal el 9 de octubre de 1238.

Tras la conquista de Valencia los territorios de la villa y el castillo de El Puig fueron cedidos a Arnau de Cardona en 1240.

En 1349 la población y su castillo fueron donados por Pedro IV a Pedro de Jérica.

El monasterio de Santa María y su iglesia, así como los restos del antiguo castillo de Enesa, dan testimonio de  la riqueza histórica de la población.

La crónica de Jaume I

"Así que todas aquellas fortalezas hayan caido en nuestro poder, nos trasladaremos a un lugar llamado por los cristianos el Cerro de la Cebolla, y situado a dos leguas de Valencia, desde donde mandaremos hacer continuar cabalgadas hacia la ciudad y talaremos sus contornos, hasta que teniendo ya noticia de que se hallan los sarracenos en apuros y les acosa el hambre, estrecharemos el sitio antes de que puedan recoger otra vez las mieses, y nuestros serán, si Dios quiere".
(Crónica, cap. 131)