El providencial nacimiento de Jaume I
Su gestación fue posible gracias a un engaño.
La gestación y nacimiento de Jaume I forman parte de la leyenda popular configurada en torno al rey conquistador.
Las crónicas de la época narran la poca afección que el rey Pedro II de Aragón, apodado el Católico, tenía por su mujer, María de Montpellier. El propio Jaume, en su Libro de los hechos ya relata como “nuestro padre, el rey don Pedro, no quería ver a nuestra madre”.
Los nobles aragoneses, preocupados por la sucesión de la corona se vieron obligados a urdir un plan para que el rey engendrase un heredero.
El rey Pedro había quedado prendado de una noble dama de Montpellier, a la que no le ocultaba sus sentimientos. Aprovechando esta situación, los nobles le preparan una cita, en la que esta mujer sería sustituida por la reina. El engaño tenía que surgir efecto y provocar el milagro de la gestación.
Para obtener esta fortuna se encargaron en todo el señorío de Montpellier ayunos y oraciones, así como misas cantadas en las principales iglesias de la ciudad.
El cronista Ramón Muntaner relata así el acontecimiento: "Con arreglo al plan combinado, cuando todo el mundo dormía en el palacio, veinticuatro prohombres, abades, priores, el oficial del obispo y varios religiosos, doce damas y otras tantas doncellas con cirios en la mano, fueron al palacio real con dos notarios y llegaron hasta la puerta de la cámara del rey. Allí entró la reina. Y ellos permanecieron fuera, de rodillas y en oración, todos juntos. Y el rey y la reina estuvieron solazándose, puesto que el rey se figuraba que la mujer que tenía cerca era aquella señora de la que estaba enamorado".
Al amanecer, los notables, los religiosos y todas las damas, cada una con una antorcha en la mano, entraron en la real cámara. El rey saltó de la cama asustado y echó mano a la espada: entonces se arrodillaron todos, y enternecidos exclamaron: "¡Por Dios señor, mirad con quién estáis acostado!".
Reconoció el rey a la reina y le explicaron el plan y objeto de aquel suceso. "Pues que así es, exclamó el rey, quiera el cielo cumplir vuestros votos" . Ese mismo día, montó el rey a caballo y salió de Montpellier
El nombre de Santiago, Jaime o Jaume, inexistente en las coronas hispanas, fue también atribuido a la intervención divina. La madre encendió 12 cirios con los nombres de los apóstoles. El último en apagarse decidió el que recaería sobre el heredero de la corona de Aragón.
Así pues, un 2 de febrero de 1208, nacía en el palacio de Tornamira, en Montpellier, el niño bautizado en la iglesia de Notre Dame des Tables, que un día sería coronado, tras superar situaciones adversas de todo tipo, como Jaume I, que por sus hechos recibiría el título de Conquistador.