Los últimos momentos de Jaume I
¿Quieres saber cómo relata la Crónica los últimos momentos de Jaume I?
"Cuando llegó a nuestra noticia el descalabro que acababan de sufrir los cristianos, nos entristecimos y enojamos en gran manera y habienbo enviado a buscar a nuestro hijo el infante en Pedro, al cabo de pocos dias compareció éste en Játiva con numerosas fuerzas de ricos hombres y caballeros, y le hicimos quedar allí con todos los suyos para mantener la frontera contra los moros. A causa de los trabajos que acabábamos de sufrir, permitió Dios que se alterase nuestra salud, pero con todo nos marchamos de Játiva y nos fuimos a Algecira, para poder desde allí enviar provisiones al infante y a los suyos. Agravóse con esto nuestra enfermedad y asi, viéndonos por la gracia de nuestro Señor Jesucristo con buena y clara memoria, nos confesamos repetidas veces con los obispos y algunos frailes predicadores y franciscanos, con grande contricción de nuestros pecados y derramando abundantes lágrimas. Purgado así con la confesion de nuestras culpas mundanas, recibimos con suma alegría y satisfacción el cuerpo de nuestro Señor Jesucristo".
(Crónica, cap. 560)
"Conociendo Nos entonces que continuaba agravándose de día en día nuestra enfermedad, enviamos un mensaje a nuestro hijo el infante En Pedro, para que compareciese personalmente en Algecira (Alzira); - y sabiendo él en qué estado nos hallábamos, salió en seguida de Játiva, vino a donde Nos estábamos, y la misma noche que llegó, se presentó a hacernos reverencia, como debe hacerla un buen hijo a su padre".
(Crónica, cap 561)
"Al día siguiente volvió a vernos, juntos oímos misa y luego de concluida ésta, en presencia de muchos ricoshombres caballeros y ciudadanos que allí había, le dijimos: que nuestro Señor nos había favorecido muy particularmente en este mundo, más que a todos nuestros enemigos; pues había permitido que reinásemos en servicio suyo por espacio de más de sesenta años, los cuales no había memoria de que los hubiese reinado ningún rey, desde David o Salomón que fuese devoto de la santa iglesia y que viese de qué manera nos habíamos granjeado el afecto y amor de nestros súbditos, de quienes habíamos sido muy honrado. Sin esto, le declaramos que todas esas mercedes conocíamos que nos las habia dispensado nuestro Señor Jesucristo, porque en cuanto alcanzaban nuestras fuerzas habíamos procurado siempre seguir su regla del mejor modo posible, y cumplir sus mandamientos y que por lo mismo debia él tomar ejemplo de Nos en todo lo bueno, para que siguiendo el mismo camino se viese igualmente favorecido".
(Crónica, cap 562)
"Finalmente le mandamos y pedimos que amase y honrase a su hermano carnal, el infante En Jaime, a quien habíamos señalado ya determinada herencia para evitar que tuviesen entre sí el menor altercado, pues podia tenerse ya por muy satisfecho toda vez que le dejábamos a él todo el gobierno y la porcion mas considerable de nuestros estados, mayormente si se hacia cargo de que el infante En Jaime le amaba a él y le obedeceria en todo lo que debiese como a su hermano mayor cuando le hubimos hecho esas advertencias en presencia de todo el consejo, le encomendámos que para honrar nuestra memoria continuase amando! honrando al obispo de Huesca que habia sido criado y hecho educar por Nos desde niño, que por nuestra mediacion había obtenido tambien el obispado, y que nos había servido hasta aquel dia como canciller de nuestra corte. Recomendámosle asimismo al sacrista de Lérida hermano de dicho obispo de Huesca, al arcediano de Urgel, a todos los demás letrados de nuestra corte, y generalmente a todos los de nuestra compañía, con quienes le encargámos que continuase los mismos buenos oficios que Nos les habíamos prestado, para que ello le correspondiesen tambien del mismo modo; y por último, despues de haberle dado algunos otros consejos, que seria largo referir, dímosle, como a hijo, nuestra bendicion paternal".
(Crónica, cap 563)
"Seguidamente, rogámos a nuestro hijo que se marchase y fuése a proveer de vituallas y demás necesario todos los castillos del reino de Valencia, encargándole que procurase continuar la guerra con vigor, y muy particularmente que echáse del reino a todos los moros, ya que tan traidoramente se habian portado con Nos repetidas veces; puesto que del mismo modo que se habian esforzado en hacernos daño siempre que habian podido, en pago del bien que les dispensábamos, así tambie!l lo harian con él, si les deja ha permanecer en la tierra. Suplicámosle por último, que si acontecia que Nos muriesemos de aquella enfermedad, mientras él andaria ocupado en abastecer y guarnecer los castillos, no se distrajese en aquella sazón para sacarnos del reino, a fin de que la tierra no padeciese daño por su ausencia, sino que en caso de morir en Algecira, el obispo de Huesca y demás de nuestra comitiva nos enterrasen en Santa María de Algecira o en Santa María de Valencia, conforme lo habíamos ya dispuesto; y que luego, terminada la guerra, nos hiciese él conducir a Santa María de Poblet, donde Nos dejábamos ordenado que se nos sepultase".
(Crónica, cap 564)
"Acogió el infante con sumisión todos nuestros consejos y… antes de que se partiese, delante de él y de todos los ricoshombres, caballeros y ciudadanos que habían oído nuestras palabras, renunciamos el reino a favor suyo, instituyéndole nuestro universal heredero en todas nuestras tierras… vestímonos luego el hábito del Cister, hicimos nuestra profesión en aquella orden. Cumpliendo en seguida nuestro hijo las órdenes que acabábamos de darle, se despidió de Nos, y con él los ricoshombres y caballeros que le acompañaban, derramando todos abundantes lágrimas; y se volvieron a Játiva para guarnecer y guardar aquella frontera".
(Crónica, cap 565)