Los templarios y el reino de Valencia

Castillo de Peñíscola
Castillo de Peñíscola
Castillo de PeñíscolaCastillo de Alcalà de XivertCastillo de Alcalà de XivertCastillo de Alcalà de XivertCastillo de MonzónCastillo de PeñíscolaCastillo de PeñíscolaCastillo de Peñíscola

Protegen al joven Jaume I y le acompañan en sus campañas militares. Su fin en tierras valencianas llega con Jaume II en 1307.

La orden militar nacida a principios del siglo XII para defender a los peregrinos que acudían a visitar  los Santos Lugares de Jerusalén, tuvo una especial relevancia en la corona de Aragón. Estos monjes guerreros, que hacían votos de pobreza, castidad y obediencia, tuvieron una especial acogida en los reinos de la península Ibérica por su contribución en la recuperación de los territorios ocupados por los musulmanes. Su blanca túnica con cruz roja era una garantía de seguridad en zonas de paz y su presencia en primera fila de los combates, un testimonio de su valor.  

Alfonso I el Batallador, rey de Aragón y de Navarra, que fallece en 1134, deja testados sus reinos en favor de los templarios. Esta situación provoca un problema sucesorio muy serio. Los nobles negocian con el Temple y con la Iglesia una solución, que consiste en la cesión de derechos y propiedades a los templarios a cambio de mantener la dinastía real con el matrimonio entre Petronila, sobrina de Alfonso I, y el Conde de Barcelona, Ramón Berenguer IV (cuyo padre había ingresado en la orden religiosa en 1131).

Los templarios se convierten así en una de las instituciones más influyentes de la corona. Protegen durante la minoría de edad a Alfonso II, hijo de Petronila y Ramón Berenguer IV, y a Jaume I, que es recluido a los seis años en el castillo de Monzón. Los templarios pasan a ser los compañeros de armas del Conquistador en las batallas decisivas para la conquista de Valencia y  en la lucha contra las sublevaciones mudéjares.

Jaume I los premia a lo largo del tiempo con diversas propiedades, que cambian pronto de dueño, pero mantienen Xivert, un tercio de la villa de Burriana, la mitad de los astilleros de Dénia, otros lugares en Murcia y los castillos de Peñíscola y Santa Magdalena de Pulpis. En València obtienen la famosa torre de Ali Bufat, lugar donde Zayyan coloca la senyera que anuncia la rendición de la ciudad.

Además de estas propiedades, la orden del Temple obtiene la administración de castillos y poblaciones como las de Onda, Burriana, Veo, AinLlíria y Eslida.   

El fin de los templarios en tierras valencianas llega en 1307 con la detención de todos sus miembros, durante el gobierno de Jaume II, nieto del Conquistador, presionado por Roma para cumplir el proceso de eliminación de la orden. Jaume II era reacio a desmantelarla y retrasó todo lo que pudo su disolución. 

Finalmente, los templarios fueron sometidos a juicio. Tras una larga serie de procesos, no exentos de uso del tormento, es reconocida su inocencia de los cargos que se les imputaba y los monjes tienen permiso para ingresar en otras órdenes y recuperar sus bienes personales.

Los bienes del Temple quedaron en poder del monarca, hasta su transferencia a la orden de Santa María de Montesa, creada por instrucción de Jaume II en 1317.   

Los castillos de PeñíscolaAlcalá de XivertSanta Magdalena de Pulpis son enclaves que ofrecen testimonio de su historia

 

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